Que me quiten el pan y el vino,
y el ocaso donde se muere la tarde
donde mis penas se animan
en mi alma a derramarse
Que me quiten el amanecer
con soles llenos de hambre
que se asoman con sus brazos
ardientes de oro y de sangre.
Que me quiten el trino alegre
del gorrión que al despertarme
entra por mi ventana
con la suavidad del aire.
Pero que no me quiten de mis ojos
la luz con la que puedo mirarte,
ni el calor que por mis venas
corre cuando te siento acercarte
Ni me quites la melodía de tu voz
ni el pétalo de tus caricias
ni tu pecho, la guarida de mis besos,
ni el te amo que despierta
el amor que por ti siento
Que me quiten el pan y el vino
y hasta la fe que en Dios siento
pero no me quites nunca
este amor que en mi vida
es el sustento.
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