viernes, 19 de agosto de 2011

No es mi culpa quererte

Aquí en mi soledad me encuentro yo sin dueño
con íntimos deseos y sin lograr ningún sueño.
Hoy busco tus caricias con amor y cercanía
sin importar que sea la culpa tuya o mía.

Mi pasión humana concretizaría mi amor;
el sentir tus labios me quitaría a mí el dolor.
La íntima cercanía entre yo y tú, mujer,
le quitaría a ambos toda esa sed del querer.

Aprecio los dones que Dios te puso al hacerte bella
y tú en mí reina como la única estrella.
Ando en mi soledad con esta alma tan vacía
y quiero llenarla al hacerte a ti para siempre mía.

Hoy no importa lo que la pasada realidad fuera
porque en ti veo el renacimiento de otra primavera.
Tú eres para mí cual aquella nueva mañana
que vi llover en tiempo de sequía por mi ventana.

He intentado olvidarte tan inútilmente
porque mi razón no puede controlar lo que mi alma siente.
Trate de convencerme de que no te merecía
pero aun en el sueño, tú no eres de nadie más que mía.

En la vida no todo tiene dueño
y hay cosas que nos llegan como aparece un sueño.
Tú me ofreces tu amor como preciosa cosa
y lo recibo en mis manos igual que a una hermosa rosa.

Cuando estoy contigo, pienso tenerlo todo
y sin saber por qué reconozco que te adoro.
Ese mismo Dios que hizo a cada nocturna estrella
me ha hecho enamorar de ti al hacerte tan bella.

A veces me siento cual un río corriendo hacia la mar
al irme donde ti sin la lógica que me hace pensar.
Dios te hizo para mí tan bella, suave y clara
y sería tontería si a ti yo no te amara.

Dios nos hizo la noche y cada brillante estrella
Pero fue sólo para mí que te hizo a ti tan bella.
El no poderte querer sería un dolor sin nombre
porque Dios te hizo mujer para que sea tu hombre.


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